Pude parecer que en este tiempo nuestras parroquias, escuelas y actividades apostólicas han cerrado completamente. Sin embargo, la verdad es que nuestros sacerdotes, diáconos, empleados parroquiales y maestros se están sacrificando, apoyando a otros, y encontrando nuevas formas de servir a aquellos que están pasando por un momento difícil.
Sin la colecta semanal, nuestras parroquias también están enfrentando una crisis financiera.